Por Carlos Uhart M.
La obra maestra de ciencia ficción «Dune», publicada primera vez en 1965 por el escritor Frank Herbert, es un universo rico e inigualable que mezcla conspiraciones políticas, manipulaciones religiosas y degradación ecológica como antesala del viaje de transformación personal del protagonista, todo entretejido en una trama llena de referencias psicodélicas que ponen de manifiesto las exploración de la conciencia humana individual y colectiva.
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¿Una película sobre psicodélicos?
Aunque Dune no es una obra sobre psicodélicos en el sentido estricto, el uso de la especia melange -una sustancia ficticia con poderosas propiedades psicoactivas- sirve como eje central para explorar temas que abarcan la percepción, la conciencia y la trascendencia.
En Dune, la «especia melange», también conocida simplemente como la «especia», es una sustancia producida por los gigantescos gusanos del desierto de Arrakis que otorga longevidad, eleva la conciencia y permite tener visiones sobre el futuro a aquellos que la consumen.
Se trata de una sustancia que además es esencial para el éxito de la navegación interplanetaria y la economía del imperio creado dentro del universo de Herbert.
Es bajo esa premisa que Dune logró convertirse en uno de los libros de ciencia ficción más populares de todos los tiempos, aunque pocos conocen la historia de su origen directamente relacionado a los hongos psicodélicos (hongos con psilocibina) y la profunda influencia que tuvieron en el creador del libro.
El origen de Dune
Herbert tenía casi 40 años cuando empezó a trabajar en Dune en 1959. Había estudiado ecología durante años y se había especializado en diversas temáticas que iban desde el estudio de las dunas de arena en Oregón hasta el cultivo de hongos de todo tipo.
Antes de escribir Dune, Herbert también había experimentado con peyote -un cactus que contiene mescalina- y estaba profundamente interesado en las teorías de Carl Jung sobre el inconsciente colectivo, pero además conocía muy de cerca la vida de las mujeres religiosas, ya que durante la Gran Depresión había vivido con una tía que era monja.
Fue así como la suma de todos sus intereses y sus experiencias personales fueron las que alimentaron la narrativa de Dune, anticipándose y resonando más tarde con un movimiento psicodélico que recién florecería hacia finales de los años 60′.
Frank Herbert y su relación con Paul Stamets
Paul Stamets es un reconocido micologo que ha estado durante décadas comprometido en el estudio del reino fungi, razón por la cual desarrolló una profunda amistad con Frank Herbert en la ambos compartían su entusiasmo por las posibilidades que abría el uso de hongos en todos los campos del desarrollo de la humanidad.
De hecho, en 2005 Stamets, en su libro titulado Mycelium Running: How Mushrooms Can Help Save the World, señala:
Cuando lo conocí a principios de la década de 1980, Frank disfrutaba recolectando hongos en su propiedad cerca de Port Townsend, Washington, en donde sentía que tirar sus rebozuelos silvestres imperfectos a la basura o al abono no tenía sentido. En lugar de eso, colocaba los rebozuelos dañados en un balde de agua de cinco galones, agregaba un poco de sal y luego, después de uno o dos días, vertía esta suspensión de masa de esporas en la base de unos abetos recién plantados.
Es inusual que los hongos comiencen a crecer junto a árboles recién introducidos en un entorno, pero Herbert había encontrado una manera de hacerlo.
Cuando me dijo que los rebozuelos crecían en árboles que no tenían ni siquiera 10 años de vida, yo no lo podía creer. Nadie había registrado antes que los rebozuelos fueran capaces de crecer cerca de árboles tan jóvenes, ni que crecieran como resultado del uso de este método en particular.
Herbert, sin embargo, admitió ante Stamets que había hecho descubrimientos aún más intrigantes que la suspensión de esporas durante su viaje al reino de los hongos.
Revelaciones y significados
Escondidas en el noveno capítulo de Mycelium Running se encuentran algunas revelaciones esclarecedoras sobre la naturaleza de las especias y los pensamientos que Herbert compartió con Stamets al respecto.
La «especia», explicó Herbert, era una analogía no solo de la experiencia de ver y sentir más allá de nuestro nivel de percepción habitual, sino también de la forma en que las sociedades, religiones y personajes de Dune fueron inspirados por la naturaleza de los hongos.
Frank me contó que gran parte de la premisa de Dune estaba basada en los hongos con psilocibina -desde las especias (esporas) que permitían atravezar el espacio (viaje psicodélico), los gusanos de arena gigantes (gusanos blancos), el color de los ojos de los Fremen (el azul violeta de los hongos mágicos), el misticismo de las guerreas espírituales Bene Gesserits (influenciadas por los cuentos de María Sabina y el culto a los hongos sagrados de México)- desarrollada a partir de su percepción del ciclo de vida de los hongos, al mismo tiempo que su imaginación era estimulada a través de sus experiencias con el uso de hongos psicodélicos.
Alucionaciones sin alucinar
En 2013, el esccritor y director chileno Alejandro Jodorowsky señalana a su entrevistador sobre su famoso intento fallido de hacer una película sobre Dune:
Quería hacer una película que le diera a las personas que toman LSD las alucinaciones que se tienen con él, pero sin alucinar.
La concepción original de Herbert era la de algo mucho más terrenal y sintonizado con los ritmos del ecosistema que podía observar a su alrededor en el estado de Washington.
Dune se erige entonces como un monumento literario que entrelaza los fundamentos psicodélicos con una narrativa épica de ciencia ficción y a través del uso simbólico de la especia melange, Herbert no solo construye un universo fascinante y complejo, sino que también indaga en las profundidades de la mente humana, explorando temas como la conciencia individual, la percepción del futuro y la búsqueda de trascendencia.