Cuando el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos embarcó en el estudio ABCD (Adolescent Brain Cognitive Development), no solo estaba abordando el uso de sustancias en la adolescencia, sino también desplegando una ambiciosa red para capturar datos sobre el desarrollo cerebral en esta crítica etapa de la vida.

La iniciativa, descrita por Nora D. Volkow y colaboradores, busca comprender los cambios dramáticos en la estructura y función del cerebro adolescente, con un enfoque en cómo diversas experiencias, incluido el consumo de sustancias, pueden influir en este proceso y los resultados de salud a largo plazo.

El estudio ABCD, que sigue a 10,000 niños desde los 9 o 10 años hasta la adultez, se encuentra en una posición única para dilucidar las relaciones causales entre el uso de sustancias y una variedad de resultados asociados.

La investigación tiene como objetivo identificar vulnerabilidades sociales y genéticas que preceden al consumo de sustancias, así como factores protectores que podrían mitigar el riesgo.

Este esfuerzo multidisciplinario reúne la experiencia y los recursos de múltiples institutos del NIH, evidenciando el reconocimiento de la importancia de una colaboración a gran escala.

En el panorama cambiante del consumo de sustancias en los Estados Unidos, con el aumento de la aceptación del uso de la marihuana y la aparición de drogas sintéticas, los investigadores están ansiosos por comprender cómo estos factores interactúan para afectar el desarrollo cerebral.

Además, el estudio tiene la capacidad de capturar y analizar diferentes patrones de uso de sustancias junto con muchas otras variables de interés, gracias a una muestra lo suficientemente grande que incluye 800 pares de gemelos.

Avances tecnológicos en neuroimagen no invasiva, como la resonancia magnética funcional (fMRI), y la capacidad de armonizar datos en múltiples plataformas han aumentado nuestra capacidad de estudiar de manera segura el cerebro en desarrollo.

Proyectos a gran escala como el Human Connectome Project han establecido estándares para proyectos de neuroimagen a gran escala, proporcionando protocolos de adquisición de MRI y algoritmos de reconstrucción de imágenes que han informado el desarrollo del protocolo de neuroimagen de ABCD.

El estudio ABCD no solo responde a preguntas científicas, sino que también tiene implicaciones significativas para las políticas y prácticas destinadas a mejorar la salud pública.

Puede influir en las leyes y regulaciones sobre la marihuana y los cigarrillos electrónicos, proporcionar señales de enfermedades mentales antes de su aparición, y sugerir intervenciones tempranas para prevenir la transición a la enfermedad mental.

Además, el estudio examina cómo los diferentes patrones de sueño afectan el desarrollo cerebral y los resultados académicos, información que podría influir en los horarios de inicio de la escuela.

El ABCD es un esfuerzo colaborativo transinstitucional del NIH que incluye la participación de la Oficina de Investigación en Salud de la Mujer del NIH, la División de Salud Adolescente y Escolar de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, y el Instituto Nacional de Justicia.

Al proporcionar datos anónimos y curados a la comunidad científica anualmente, ABCD no solo servirá a los investigadores de salud mental y uso de sustancias, sino también a educadores, padres, médicos y legisladores: todos aquellos que tienen un interés en la salud de los jóvenes de la nación.

Referencia

Volkow, N.D., et al. (2018). The conception of the ABCD study: From substance use to a broad NIH collaboration. Developmental Cognitive Neuroscience.

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