Terence McKenna (1946-2000) fue un etnobotánico, escritor, historiador y filósofo estadounidense quien junto a su hermano Denis McKenna formuló una hipótesis conocida como la Teoría del Mono Drogado, según la cual la ingesta de hongos con psilocibina fue uno de los principales factores transformadores y un catalítico en la evolución inicial de la conciencia en el Homo sapiens.
Mackena fue muy reconocido por sus ideas y teorías sobre la cultura, la psicología y la filosofía, también como un gran defensor del uso de plantas alucinógenas y otras sustancias para explorar la conciencia y el potencial humano.
Entre sus obras más conocidas se encuentran «The Invisible Landscape: Mind, Hallucinogens, and the I Ching» y «Food of the Gods: The Search for the Original Tree of Knowledge A Radical History of Plants, Drugs, and Human Evolution«.
McKenna falleció en 2000 a causa de un cáncer y aunque su trabajo ha sido controvertido en algunos círculos, ha tenido un gran impacto en la cultura popular y ha sido una figura influyente en el movimiento de la conciencia y la psicología transpersonal.
A continuación te compartimos 25 frases de Terence McKenna para reflexionar sobre la experiencia psicodélica:
La naturaleza ama el coraje. Tu te comprometes y la naturaleza responde eliminando los obstáculos. Si sueñas el sueño imposible, el mundo no te hundirá, sino que te sostendrá. Ahí está el secreto. Esto es lo que todos los maestros y filósofos en la historia que realmente han importado entendieron. La danza chamánica en la cascada. Así es como se produce la magia, lanzándote al abismo y descubriendo que es un lecho de plumas.
Hemos perdido el contacto con el caos y es por que se le ha dado una connotación negativa, temido por el arquetipo dominante de nuestro mundo, el ego, que se aprieta porque su existencia se define en términos de control.
Los psicodélicos son ilegales no porque tu gobierno amoroso esté preocupado de que puedas saltar por la ventana de un tercer piso. Los psicodélicos son ilegales porque disuelven las estructuras de opinión y los modelos de comportamiento y procesamiento de información establecidos culturalmente. Te abren a la posibilidad de que todo lo que sabes pueda no ser cierto.
Si las palabras ‘vida, libertad y búsqueda de la felicidad’ no incluyen el derecho a experimentar con tu propia conciencia, entonces la Declaración de Independencia no vale ni el cáñamo en el que fue escrita.
Si no tienes un plan, te conviertes en parte del plan de otra persona.
Hemos estado en la luna, hemos cartografiado las profundidades del océano y el corazón del átomo, pero aún tenemos miedo de mirar dentro de nosotros mismos porque allí es donde fluyen todas las contradicciones.
La civilización occidental es un arma cargada que apunta a la cabeza de nuestro planeta.
La televisión es por naturaleza la droga dominante por excelencia. El control del contenido, la uniformidad y la repetibilidad la convierten inevitablemente en una herramienta de coerción, lavado de cerebro y manipulación.
Mi técnica es no creer en nada. Si crees en algo, automáticamente te impides de creer lo contrario.
La naturaleza no es nuestro enemigo, no debemos abusarla y conquistarla. La naturaleza somos nosotros mismos y debemos apreciarla y explorarla.
El problema no es encontrar la respuesta, es afrontar la respuesta.
La vida vivida en ausencia de la experiencia psicodélica en la que se basa el chamanismo primordial es una vida trivializada, una vida negada, una vida esclavizada por el ego.
Cuanto más grande la hoguera, más oscuridad se revela.
El alcohol es usado por millones de personas, hombres y mujeres, por eso no haré amigos si asumo la posición de que la cultura del alcohol no es políticamente correcta. Sin embargo, ¿Cómo podemos explicar la tolerancia legal del alcohol, el más destructivo de todos los intoxicantes, y los esfuerzos casi frenéticos para reprimir casi todas las demás drogas? ¿No será que estamos dispuestos a pagar el terrible peaje que cobra el alcohol porque nos está permitiendo continuar con el estilo dominante y represivo que nos mantiene infantiles e irresponsables, bombardeado por la comercialización de fantasías sexuales no satisfechas?
No estás desnudo cuando te quitas la ropa. Todavía llevas tus supersticiones religiosas, tus prejuicios, tus miedos, tus ilusiones y tus delirios. Cuando te despojas del sistema operativo cultural, esencialmente te quedas desnudo ante la inspección de tu propia mente y es desde esa posición que podemos comenzar a hacer significativas preguntas sobre lo que significa ser humanos, en qué tipo de circunstancias y estructuras estamos atrapados y poder poner en marcha un plan para mitigarlo explorar la gloria y la maravilla que acecha esperándonos en esta porción muy estrecha de tiempo entre el canal de parto y la tumba.
Hay luz al final del túnel. El problema es que ese túnel está en el fondo de tu mente. Nunca la verás si no vas al fondo de tu mente. Y una vez ahí, la tarea es empoderarlo en ti mismo y en otras personas. Difundirlo como una realidad. Dios no se retiró al séptimo cielo, Dios es sólo una especie de continente perdido en la mente humana.
No es fácil medir el océano, pero podemos ser medidos por él, confrontarlo y ser parte de él.
Creo que ir a la tumba sin tener una experiencia psicodélica es como ir a la tumba sin nunca haber explorado tu sexualidad. Significa que nunca descubriste de qué se trata. El misterio está en el cuerpo y en la forma en que el cuerpo se convierte en naturaleza.
Solo existe la integridad de hacer y haber hecho.
Ninguna otra droga puede competir con el cannabis en su capacidad para satisfacer los anhelos innatos de disolución de los límites arcaicos y sin embargo, dejar intactas las estructuras de la sociedad ordinaria. Sin embargo, no estamos preparados para discutir la posibilidad de consumo autogestionado y la posibilidad de elegir inteligentemente las plantas a las que nos aliamos. Aunque con el tiempo y tal vez por desesperación, esto llegará.
Nuestra individualidad, como personas y como especie, es una ilusión de malas palabras que los psicodélicos disuelven en un sentimiento de conexión que subyace a nuestra razón de estar aquí y en mi opinión, de eso se trata el impulso religioso. No de una larga lista de moralejas sobre que debes y no debes hacer o un conjunto de prescripciones y prácticas dietéticas. Es un sentido de conexión, responsabilidad por nuestros semejantes, por la tierra en la que caminas y porque estos psicodélicos que provienen de esa matriz vegetal son el camino de regreso a ella.
No te pones de rodillas para solicitar a la cultura oficial tus derechos. Te mantienes de pie y los tomas.
Mi fe está en la tecnología y en los psicodélicos. La política no nos va a llevar mucho más lejos. Estamos despertando como planeta a la muy buena noticia de que toda ideología es provinciana y definida culturalmente, como pintarse de azul o hacerse una escarificación en el pene. Una cultura es una empresa limitada. ¿Cómo podría alguien ser tan ingenuo como para imaginar que una ideología, un sistema de pensamiento generado por la mente del mono, sería adecuado para explicar el universo? Esto es absurdo.
El monoteísmo exhibe lo que es esencialmente un patrón patológico de personalidad proyectado sobre el ideal de dios, es decir el patrón del ego masculino paranoico, posesivo y obsesionado con el poder. Este Dios no es alguien a quien te gustaría invitar a tu hogar. Es interesante que el ideal occidental es la única formulación de deidad que no tiene relación con las mujeres en ningún punto del mito teológico. En la antigua Babilonia, Anu estaba emparejado con su consorte Inanna; La religión griega asignó a Zeus una esposa, muchas consortes e innumerables hijas. Estas son familias celestiales típicas. Solo el dios de la civilización occidental no la tiene.
No conocer nuestra verdadera identidad es una imagen repugnantemente orwelliana que se aplica a la masa de seres humanos que ahora viven en democracias industriales de alta tecnología. Un lugar en donde toda su autenticidad radica en su capacidad para obedecer y seguir los nuevos estilos que se transmiten a través de los medios masivos, inmersos en la comida chatarra, los noticiarios basura y la política criptofascista. Están condenados a vidas tóxicas, sedados por una dosis diaria de televisión prescrita. Son muertos vivientes, perdidos para todo excepto para el acto de consumir.