Un fascinante estudio publicado recientemente en la revista Fungal Ecology ha revelado que los hongos podrían tener capacidades sorprendentemente sofisticadas para reconocer y responder a diferentes patrones espaciales en su entorno.

Esta investigación no solo arroja luz sobre el comportamiento de estos organismos, sino que también plantea intrigantes preguntas sobre las formas más primitivas de cognición en la naturaleza.

Un laberinto para hongos

Un equipo de investigadores liderado por Yu Fukasawa de la Universidad de Tohoku en Japón diseñó un ingenioso experimento utilizando el hongo Phanerochaete velutina, conocido por formar redes de filamentos (llamados hifas) que se extienden por el suelo del bosque en busca de madera muerta para descomponer.

Los científicos colocaron nueve bloques de madera colonizados por el hongo en dos disposiciones diferentes: una en forma de círculo y otra en forma de cruz.

Lo fascinante fue observar cómo el hongo desarrolló redes de conexión completamente diferentes según el patrón espacial al que se enfrentaba.

Redes inteligentes

En la disposición en cruz, el hongo creó una red donde los bloques externos tenían más conexiones que los del centro, mientras que en la disposición circular, las conexiones se distribuyeron de manera más uniforme.

Esta diferencia en el comportamiento sugiere que el hongo puede «reconocer» la geometría de su entorno y adaptar su estrategia de crecimiento en consecuencia.

Lo más sorprendente fue que estas diferentes estructuras de red también afectaron la eficiencia con la que el hongo descomponía la madera.

Los bloques con más conexiones mostraron una mayor pérdida de masa, lo que indica una descomposición más activa.

Patrones fungicos

¿Una forma primitiva de cognición?

Este comportamiento recuerda, de manera primitiva, a cómo nuestros cerebros activan diferentes redes neuronales cuando reconocen distintas imágenes.

Aunque los hongos obviamente no tienen cerebro ni sistema nervioso, su capacidad para formar redes diferentes según el patrón espacial sugiere una forma básica de reconocimiento de patrones.

Los investigadores en su artículo explican:

Si definimos la cognición como la función de procesamiento sensorial y de información de los sistemas biológicos autónomos, la diferencia en la estructura de la red y la función de descomposición de la madera que mostraron las micelios fúngicos entre las disposiciones en círculo y cruz podría ser una forma de reconocimiento por parte de los hongos.

Más allá de la micología

Este descubrimiento tiene implicaciones que van más allá del mundo de los hongos. Podría ayudarnos a comprender mejor cómo surgió la cognición en la evolución y cómo los organismos sin cerebro pueden procesar información y tomar decisiones.

Además, estos hallazgos podrían inspirar nuevos desarrollos en computación bio-inspirada y redes adaptativas.

Una nueva perspectiva

Este estudio nos invita a reconsiderar nuestra visión de los hongos como organismos simples.

Al igual que las plantas han demostrado tener comportamientos complejos sin tener cerebro, los hongos parecen poseer capacidades sofisticadas de procesamiento de información y toma de decisiones.

La próxima vez que veas un hongo en el bosque, recuerda que estás ante un organismo capaz de reconocer patrones en su entorno y adaptar su comportamiento en consecuencia.

Una pequeña maravilla de la evolución que nos recuerda que la inteligencia en la naturaleza puede tomar formas muy diferentes a las que estamos acostumbrados.

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